BOSQUEJO DE CHAMANISMO NAHUA & MAYENSE
- CORAZONCALLI

- 21 sept 2020
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En las comunidades indígenas hoy encontramos la supervivencia del chamanismo con su capacidad transformadora del chamán y sus poderes de adivinación y de curación.
El chamanismo en la actualidad entre los nahuas y los mayas es tan vasto y complejo que aquí sólo mencionaremos algunas consejas de tradición prehispánica relativas a las enfermedades del espíritu, que se conservan con los cambios lógicos producidos por el devenir histórico al lado de muchas creencias y costumbres nuevas.
Hay diversas especialidades, como los graniceros, y los chamanes siguen siendo los médicos de las enfermedades del espíritu.
En las comunidades mayances los chamanes ocupan un sitio principal, pues además de curar enfermedades cumplen un importante papel político-social; son los consejeros y guías de su comunidad.
También los chamanes de hoy son elegidos a través de un sueño o una enfermedad, y en ese estado aprenden el oficio de curanderos y adivinos; es decir, la iniciación se produce con el espíritu separado del cuerpo. Algunos chamanes son elegidos desde antes de su nacimiento. Otros lo son debido a un hecho grave, como la muerte de un hijo.
Muchos aprenden a curar por la comunicación con las almas de los muertos o las de otros chamanes en las dimensiones espaciales del sueño.
Los mayas y los nahuas siguen considerando que hay un buen número de enfermedades ocasionadas por energías y seres sobrenaturales. Pervive también la idea de que las patologías dependen de la conducta de los hombres, quienes al transgredir las normas sociales y morales ocasionan el enojo de los dioses. El castigo puede consistir en que las deidades ancestrales dejan fuera de su protección al compañero animal y éste se queda vagando solo y perdido en el monte, a merced de cualquier ser maligno que puede devorarlo o destruirlo.
Por otra parte, los dioses del inframundo se aparecen a los hombres en forma de seres maléficos, como serpientes, hormigas, arco iris, el Sombrerón, la Xtabay y el Mootancaz (perico-agarrador), que deambulan por las noches para dañar a los hombres con graves enfermedades.
También son causas de enfermedad las influencias del signo del calendario ritual, las alteraciones del equilibrio corporal (por ejemplo el desacomodo del tipté, órgano rector del funcionamiento del cuerpo) y las emociones fuertes, como el susto, el enojo, la tristeza o la vergüenza (azareo).

Cuando el espíritu se halla separado del cuerpo, es decir en el estado de sueño o durante el orgasmo, es mucho más susceptible de contraer enfermedades, pues se encuentra a merced de fuerzas nocturnas y maléficas. Por ejempIo, un muerto puede presentarse en el sueño de su enemigo y enfermarlo de susto.
Los males del espíritu llegan a manifestarse como delirios, afasias, melancolía, irritabilidad, mal erótico, depresión y locura, entre otras formas; pero también afectan al cuerpo, que sufre fiebre, hinchazones, dolores, urticarias, ahogos, etcétera, capaces de producir incluso la muerte.
La más común de las enfermedades del espíritu es la "pérdida del alma". Es posible extraviar el alma de diversas maneras, pero sobre todo por "espanto" o "susto", por un accidente o por "mal echado" por un enemigo. Se piensa que el alma se sale y es capturada por los espíritus guardianes de la tierra, los ríos, los bosques, por los seres del inframundo o por los malos "aires", que son entidades maléficas con voluntad.
En Tepoztlán, por ejemplo, se cree que los "aires" habitan en las barrancas o los hormigueros palabras que se emplean indistintamente para indicar sitios malos y peligrosos-, por lo que atacan de preferencia en esos lugares. En las barrancas habita asimismo el arco iris, identificado con serpientes malignas. También un feto puede perder el alma, si la madre sufre un susto; los bebés la pierden con más facilidad, por no habérseles cerrado todavía la "mollera".
Las almas que se pierden se quedan en el sitio del susto o en poder del "aire", o bien se van al inframundo (Tlalo- can). Cuando el alma se ha perdido, el cuerpo enferma; los síntomas son falta de apetito, debilidad, depresión, exceso de sueño y sueño agitado.







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