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DENTRO

  • Foto del escritor: CORAZONCALLI
    CORAZONCALLI
  • 21 sept 2020
  • 5 Min. de lectura

ESTUDIO DEL CONOCERSE A SI MISM@ / PARTE 1

Enseñanza "Autonomía Espiritual" de Kelvara Theocal


Lamentablemente hemos tomado cada vez más claramente, la solución de creer que como humanos tenemos que mantener lo divino fuera de nuestra vida, que es para después de la muerte o que le toca a otros, o que la divinidad es un concepto con el que uno puede pasar la vida ignorándola. 12.000 años de mapas, 12.000 años de escrituras sagradas.


Recordemos aquella vieja fábula que cuenta que, en el principio, la Divinidad escondió la esencia espiritual en el interior del ser humano, porque sabía que ese sería el último lugar en el que fuésemos a buscar.


En los «Upanishads» hindúes un mantra declara: “El que está en el Sol también está en el hombre”.


Un antiguo poema Zen del s. IX, expresa: “No busquéis el camino en los otros, en un lugar lejano; el camino está bajo nuestros pies”. La Biblia enseña: “El reino de Dios está dentro”. Como vemos, no importa a qué fuente de sabiduría, ancestral o no, acudamos, el acuerdo es unánime: la perfección permanece oculta dentro de cada uno de nosotros.


El filósofo griego Sócrates tomó como divisa para su escuela – otros también lo hicieron – la expresión «Nosce te Ipsum» (Conócete a ti mismo), que se encontraba grabada en el frontispicio del templo del Oráculo de Delfos. De ahí que Sócrates proclamase: “Sólo el conocimiento que llega de dentro es el verdadero conocimiento“.


“Llegar a ser “Tú Mismo“ es luchar contra la mecanicidad de “dejarse llevar” como consecuencia de tu comodidad, tu herencia, tu educación, tus circunstancias…


"Cuando entres por la puerta de la “conciencia de Sí” a tu morada interna, verás que este mundo que te presentan los ojos es tan transitorio e insignificante como un lirio marchito en un jardín. Como una gota de agua en una tormenta. Y, sin embargo, es el espejo donde te puedes ver.” (Cayetano Arroyo)


Hay un fondo de realidad permanente sobre el que todo acontece, una fuente eterna desde la cual todo se manifiesta, a partir de la cual todo toma existencia fluyendo para exteriorizarse adquiriendo dimensionalidad. Es ésta la fuente desde donde lo Uno se hace Diverso sin perder, por ello, unidad.


A ese fondo eterno, ámbito que reúne todo potencial existible, lo denominamos Conciencia Universal o, simplemente, el Ser.


Este fragmento de un pasaje del «Tao Te king», de Lao Tse, da cuenta de esta comprensión:


“Antes aún que el cielo y la tierra ya existía un ser inexpresable. Es un ser vacío y silencioso, libre, inmutable y solitario. Se encuentra en todas partes y es inagotable. Puede que sea la Madre del universo. No sé su nombre, pero lo llamo Tao…“


A lo largo de mucho tiempo (incluso vidas completas) los seres humanos vivimos en una especie de sueño prolongado en total inconsciencia de nuestra realidad, tristes sonámbulos guiados únicamente por procesos automatizados de origen educativo, tradicional, ambiental… Pero esto necesariamente llegará a su fin un día, porque nuestro destino es despertar.


“¿Cuál es la verdadera explicación de lo que está sucediendo en el mundo?… Que la gente no es consciente, está dormida y actúa en su sueño. Y hasta cuando la gente siente un atisbo de esta situación, no sabe cómo despertar del sueño o qué hacer. Sin embargo, desde la creación del mundo se les dijo a los hombres que estaban dormidos y que debían despertar… la gente no lo entiende o piensa que es una metáfora cuando es literalmente la verdad… Y nada puede cambiar en la vida a menos que se empiece a despertar.” (Maurice Nicolle)


Alguien de la categoría espiritual del maestro sufí Sayj Ahmad Al-Alawi nos dice:


«Existe una jerarquía entre los que están velados: los que están velados con respecto a su Señor, y los que están velados con respecto a sí mismos. Y el que está velado con respecto a sí mismo tiene un velo más espeso que el que está velado con respecto a su Señor.»


Cada ser humano, conforme a su estado emocional básico (reflejo de su estado evolutivo), modula automáticamente cada circunstancia que vive y su mente le asigna un significado, conformándose así el plano de los sentimientos (por eso designamos a los sentimientos con la expresión “emociones informadas”). Estos, a su vez, vuelven a realimentar la mente generando “memorias-programas”. Con todo ello elaboramos interiormente una imagen de la realidad la que, con el poder mental de crear lo que creemos, proyectamos como una plantilla sobre el mundo. Esto explica que unos mismos hechos puedan ser vistos de manera muy diferente por personas distintas, pues la conciencia personal de cada cual, en su interacción con el Ser, genera un patrón de interferencia o experiencia subjetiva, allí donde ambas se solapan.


Por tanto la experiencia (relativa o subjetiva) de la Verdad, consiste, por tanto, en ese patrón que emerge desde el interior y que reconocemos sobre el fondo de lo real, al producirse una interacción con el material de lo vivido modulado por nuestro nivel de conciencia, lo que determina su amplitud y profundidad.


De ahí que la experiencia también podría ser descrita como el patrón de interferencia entre “nuestra realidad ” y “la realidad“. Esto significa que usualmente la experiencia es un formato de realidad asimilable por la conciencia personal del individuo en un momento dado.


Es evidente, pues, que el mundo interno y el mundo externo de los seres humanos se corresponden, son representaciones el uno del otro y, en cierto sentido, se «causan» mutuamente. Por eso podemos afirmar que “siempre estamos el mundo que vemos.


El ser humano ordinario carece de unidad, no es una sola voz sino una cacofonía. Los humanos nos expresamos ordinarimente como una multitud de “yoes“ que se desconocen mutuamente y suponen – cada uno – ser el eje central del universo humano. A partir de esa creencia el hacer humano se convierte en una sucesión de escenificaciones automáticas sin guion unitario ni actor protagonista.


La base de dichos “yoes” procede del mundo instintivo heredado de la fase precendente a la humana, del reino animal. Pero en la nueva etapa cada instinto, liberado de sus límites naturales, se informa con las vivencias humanas y adquiere una memoria-conciencia que ansía permanecer. Según la demanda percibida en la vida individual, la respuesta adaptativa que cualquiera de ellos representa se activa automáticamente como garantizador de una existencia de la que se cree centro nuclear.


Y es que el ser humano representa la fase del desarrollo de la vida en la que ésta adquiere una mente individualizada. No es causal que el término inglés “man” (hombre) derive de la raíz sánscrita “men”, que en latín originó la palabra “mens” (mente), de donde la toma nuestro idioma.


Por tanto el hombre (el ser humano) es el ser que tiene mente individualizada, y por ello está en condiciones de llegar a ser responsable y libre, al disponer ya de una conciencia, ese íntimo ámbito donde se registran todas las vivencias personales con sus causas y efectos. No confundir, pues, con la consciencia, que es la experiencia del “darse cuenta“.


La conciencia personal consiste en «memorias vivenciales», es decir, patrones emocionales asociados a imágenes mentales que les dotan de significado. Porque la conciencia personal al archivar vivencias y no experiencias, contiene la contabilidad subjetiva de lo que “creemos” haber vivido.


Esas “memorias” incluyen respuestas adaptativas reactivas, lo que implica que la conciencia personal esté determinada por algo parecido a programas informáticos semiautónomos – los referidos “yoes o personalidades“ – que parecen marcar una dirección unitaria a la vida individual, al amparo de una superestructura ilusoria que no es más que pura suposición mental – el YO-EGO – de naturaleza básicamente mecánica, en la cual visto desde este punto, únicamente podemos ser unos autómatas.


CONTINUARÁ...


Kelvara Theocal & Maestros

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Fragmento de brasero antropomorfo Azteca

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